«Función ejecutiva» es una expresión que se está abriendo paso en el campo de la educación. Aunque este concepto nos hace pensar en el autocontrol, estamos ante un conocimiento que nos viene de la neurología y muchas veces nos llega envuelto en tecnicismos que nos resultan poco familiares a los educadores. En esta situación corremos dos peligros: uno sería el de idealizar la función ejecutiva y las propuestas sobre su mejora y aplicarlas de forma acrítica. El otro es el de ignorar o menospreciar este conocimiento y, por tanto, privarse de los beneficios que puede proporcionar. Este libro ofrece una visión general de qué es la función ejecutiva, sus componentes, desarrollo, forma de evaluación y, sobre todo, revisa las intervenciones que se han propuesto para su mejora y cuál ha sido su eficacia. Al mismo tiempo, es una reflexión sobre cómo la educación ha estado preocupándose por la función ejecutiva y por su desarrollo, aunque sin darle ese nombre. Todo esto puede ser útil para valorar programas, estrategias o actividades para la mejora de la función ejecutiva o para el diseño de nuevas propuestas.