El 3 de marzo de 1941 las autoridades alemanas ordenaron el traslado de la población judía del distrito de Cracovia a un gueto amurallado al otro lado del río Vístula. Esta medida culminaba un largo periplo de discriminación y violencia que había empezado con la ocupación nazi de Polonia y terminaría con el exterminio industrial de millones de personas en los campos de concentración.

De todos los residentes no judíos en el área de Podgórze, sólo una persona evitó ser evacuada: Tadeusz Pankiewicz. Un farmacéutico católico que, mediante el pago de sobornos y poniendo en riesgo su vida, permaneció en el gueto manteniendo su farmacia abierta día y noche. Durante más de dos años, Pankiewicz y el personal de la apteka Pod Orłem ofrecieron refugio a los residentes judíos que iban a ser deportados, dispensaron medicinas y cuidados sin coste, introdujeron prensa clandestina en el gueto, facilitaron la comunicación entre los habitantes de Podgórze y sus allegados en Cracovia y colaboraron con la resistencia, arriesgándose con cada lance a la tortura de los calabozos, la muerte en vida de los campos de concentración o, simplemente, a sucumbir a merced de la voluntad de un policía alemán. Este es su testimonio.

«El riesgo era enorme, pero nosotros no éramos conscientes, por lo que no creo que se nos pueda considerar héroes. Tan sólo cumplimos con el deber al que estábamos obligados: ayudar a la gente que no podía valerse por sí misma».